Organizaciones criminales tras la venta ilegal y la falsificación de marcas
Un artículo muy meticuloso publicado por el diario La Nación el día de hoy, da cuenta de los vínculos entre organizaciones criminales, manteros, falsificación de marcas y venta ilegal. Así pues, relata por ejemplo la nota, como la justicia porteña investiga a los encargados de un local de venta de helados y no precisamente por los helados: la productora de helados es beneficiaria de programas sociales nacionales por fomentar el empleo. Y, paradójicamente, uno de sus empleados, el heladero, preside tres sociedades de responsabilidad limitada (SRL) y en los últimos años consiguió créditos bancarios en entidades de primera línea por dos millones de pesos!! La línea de investigación de la fiscalía porteña apunta a los depósitos y a los comercios que funcionan como centros de operaciones disfrazados, donde se almacena y desde donde se distribuye la mercadería ilegal... Explica el matutino, que para la Justicia habría indicios que la indumentaria, por ejemplo, provendría de locales de La Salada, la popular feria de Lomas de Zamora. Y que un grupo de ciudadanos chinos podrían estar involucrados en la compra ilegal de contenedores con mercadería importada que ingresarían en el puerto de la ciudad repletos de juguetes, peluches y artículos de plástico, que eludirían los controles aduaneros mediante estudiadas maniobras en algunos depósitos fiscales. No solo ello, sino que según consideran fuentes policiales a Once también llegaría mercadería de "piratas del asfalto". Como no podía ser de otra manera, La Salada dice presente en esta investigación; una de las conexiones que, para la Justicia, vincularía a locales de Once con La Salada tendría foco en un comercio de ropa llamado Urkupiña, en Jujuy 45, que fue clausurado el 21 de enero pasado por tener mercadería de dudosa procedencia y por violar la ley de marcas, según se explica en la nota. El local pertenecería a siete hermanos peruanos. Uno de ellos ya habría sido citado por la fiscalía y estaría a punto de admitir sus contravenciones, al aceptar un juicio abreviado. La otra vía de investigación sobre la ruta de la venta ilegal estaría centrada en la importación china, cuya mercadería se almacenaría en grandes depósitos de la Capital. La operatoria sería algo así: la mercadería vendría en contenedores con productos de China, denominados "bagallos", que llegarían al puerto porteño y se desembarcarían en depósitos fiscales. "Bagallo" es, para el lunfardo del comercio exterior, una suerte de contrabando de mercadería barata. La sospecha es que algunos de estos contenedores podrían contar con una Declaración Jurada Anticipada de Importaciones (DJAI) autorizada que, en realidad, sería falsificada. La duplicación de este documento ilegal cumpliría el paso de rigor que requiere la Aduana, pero serviría para evitar la inspección correspondiente al ser señalado como un contenedor "bagallo". Para la fiscalía, las organizaciones que operan en Once estarían conformadas por distintas células y nacionalidades. Habría clanes familiares y también estarían agrupados por vecinos. Particularidades que se repiten en unos y otros casos, son la compra de automóviles al contado y las prendas sobre estos vehículos por el doble de su valor. De esta manera, blanquean dinero "negro". Finalmente, destaca la noticia, que más allá de la venta ambulante, la evasión impositiva y la violación de la ley de marcas, en Once hay casos de falsificación de documentos y prestación de nombres. Como el de un ciudadano peruano, cuyas iniciales son RGF, que vende garrapiñadas en Once. Este hombre estaría bajo la lupa de la Justicia porque figura como propietario de dos sociedades anónimas, una de ellas, una constructora de edificios. Ambas quebraron el día después de que RGF las "compró". Y el hombre dejó una deuda de más de 1,9 millones de pesos, con lo cual se investiga si se trató de una estafa. Además, este vendedor de garrapiñadas de Once tiene su domicilio fiscal en Ushuaia. Hay una razón: también fue inscripto para realizar actividades petroleras. Como vemos, ni la venta ambulante, ni los manteros ni las ferias son eslabones aislados. Todos responden a organizaciones criminales dedicadas a incursionar en una amplia estela de delitos. Como vengo sosteniendo desde hace años, el fraude marcario no es un delito que se desarrolle solo, sino que habitualmente viene acompañado de otros delitos aún mayores, como contrabando, o piratas del asfalto, y su producido no solo se lava sino que es gran financiador de actos de terrorismo.
RJ
RJ
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