Cada vez mas piratería
El diario La Nación publica hoy un artículo donde refleja el aumento de la piratería en nuestro país; como así también pone énfasis en su falta de sanción. Señala que es un negocio megamillonario, que abarca un universo de productos que va desde software a las zapatillas y de la música a los anteojos y películas; un negocio que excede por mucho lo que sucede en el marco de La Salada o las Saladitas... En su relato, el artículo describe como jóvenes se juntan en alguna casa a partir de las redes sociales, para intercambiar películas, música, o libros, mientras otros se dedican a copiar y comercializar películas en restaurantes o en la calle, o a través de la web. La característica común de todos estos ejemplos, es que nadie reconoce que sus conductas estén prohibidas; en rigor, aceptan que lo que hacen importa una violación a algún derecho, pero rechazan que en sus casos particulares ello implique un delito. Lo cierto es que la falta de sanción real es lo que los ánima finalmente a cometer este tipo de delitos. O peor aún, actitudes de funcionarios nacionales como las del secretario de Industria Interior que invita a integrar giras oficiales al exterior a representantes de ferias informales, como la de La Salda, poderando sus virtudes y hábilidad para vender este tipo de productos, seguramente los incentiva todavía mas. Es elocuente que si el gobierno apoya a quienes se dedican a comercializar productos en infracción y los toma como un buen ejemplo para exportar, ello incentivará a muchos otros, seguros que nadie los va a juzgar y mucho menos condenar por seguir con estas prácticas. De acuerdo con estadísticas de la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas (Capif), el comercio ilegal de películas en el país mueve más de 1150 millones de pesos, más del doble de lo que genera la venta legal. Y menos del 1% de los argentinos que bajan y escuchan música por Internet descargan las canciones desde los sitios permitidos. Las denominadas Industrias Protegidas por el Derecho de Autor (IPDA) constituyen entre el 2 y el 6 por ciento del PBI de los países del Mercosur, y la caída en las ventas de discos ha impactado en la pérdida de puestos de trabajo. La relevancia del asunto ha convertido a la piratería en una cuestión nacional que, como muestra la advertencia de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos, tiene efectos internacionales. Sin embargo, a las autoridades nacionales esto parece no afectarlas en absoluto. La nota de la Nación también dedica su atención a lo que pasa con los libros y su plagio. Se detiene en lo que sucedió esta semana con la toma de los colegios como el Pellegrini, que pugnaban por el control del kiosco y de la fotocopiadora. Justamente, fotocopiar libros enteros es precisamente vulnerar los derechos de autor, y desalienta al desarrollo de nuevos autores. En esta dirección, destaca la nota que vengo citando y referenciando, la escritora española, Lucía Etxebarría, ganadora en 1998 del prestigioso premio Nadal, en diciembre pasado anunció que, si la descarga de sus libros continuaba alegremente, ella dejaría de escribir. "Como he comprobado que se han descargado más copias ilegales de mi novela que copias que han sido compradas, anuncio oficialmente que no voy a volver a publicar libros en una temporada muy larga. No al menos hasta que esta situación se regule de alguna manera. A mí no me apetece pasarme tres años trabajando como una negra para esto", señaló en su página de Facebook. Y estos ejemplos se repiten. Sin embargo, lo mas peligroso de estas conductas, es que nuestros jóvenes están creciendo y educándose en la cultura del plagio. Para ellos está bien visto plagiar. Lo mismo que sucede en los colegios, ocurre en la Universidad, y hasta en la Feria del Libro. No hay Centro de Estudiantes que no plagie libro; sin embargo, la Justicia ya se ha expedido a favor de los estudiantes basado en el costo de los libros. De esta forma, quienes hoy se forman en esta cultura difícilmente mañana puedan condenar la violación a los derchos de autor.
RJ
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