Saladitas: El ejemplo cunde
Acaba de informar la Federación de Comercio de la Ciudad de Buenos Aires (FECOBA) que la Ciudad de Buenos Aires ya tiene 22 ferias que replican el paseo de compras de Lomas de Zamora, que representan un total de 1.792 stands, con una venta promedio entre $ 45 mil y $ 60 mil mensuales por puesto, lo que implica un movimiento según sus cálculos, de mas de mil millones de pesos al año. Para la Cámara Argentina de Comercio, (CAME) ya existen en todo el país 53 mil puestos distribuidos por las diferentes “Saladas”, con una facturación anual de unos $ 30 mil millones... de pesos, lo que da una idea acabada de lo que está creciendo este tipo de emprendimiento informal en el país. Según estimaciones de la CAME, a principios de este año se calculaba que apenas superaban la media docena.
En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, los lugares elegidos resultan ser el microcentro, -en especial la calle Lavalle, donde los antiguos cines han dejado su lugar a estos nuevos paseos de compras-; Chacarita, Liniers, Floresta, Caballito, Once, Constitución y Villa Crespo. Tan solo en Floresta, Once y Microcentro, ya se instalaron cinco establecimientos con 585 stands. A ello hay que sumarle los manteros, -que se estimaban para septiembre- en 1.815 puestos a lo largo de la Ciudad.
Demás esta decir que en estos paseos de compras se comercializan productos con marcas falsificadas a la vista de todos; pero lo mas grave, es que esta suerte de comercio informal se reproduce y desarrolla a instancias del público consumidor que concurre a comprar sin ningún tipo de prejuicio o pudor, a sabiendas que la mercadería que adquiere es apócrifa y en infracción a las leyes 22.362 y 11.723.
Mientras no cambie esta actitud de parte del público consumidor, no advierto que se pueda avanzar seriamente en la lucha contra el fraude marcario. Estas "Saladitas" no existirían ni se multiplicarían si los ciudadanos cobraran conciencia del daño que provocan con su actitud de concurrir a comprar este tipo de productos en infracción.
Finalmente, considero queda a la vista la necesidad de modificar la ley de marcas en su aspecto penal, para responsabilizar de manera directa y en forma expresa la conducta del público consumidor. Solo me resta agregar una reflexión; muchas sentencias han librado de toda responsabilidad a imputados por entender que los productos comercializados no alcanzaban para producir confusión en el público consumidor. Según este criterio, el delito marcario nunca va a ser delito, toda vez que el público consumidor cuando concurre a estos paseos de compras lo hace a sabiendas que va adquirir productos en infracción; luego, no existe ni va a existir jamás la posibilidad de "confusión" de parte del público consumidor. Sin embargo, la violación al derecho de propiedad tanto de los autores como de los propietarios marcarios es palmaria y manifiesta. Ojalá los señores jueces lo entiendan de una vez.
RJ
En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, los lugares elegidos resultan ser el microcentro, -en especial la calle Lavalle, donde los antiguos cines han dejado su lugar a estos nuevos paseos de compras-; Chacarita, Liniers, Floresta, Caballito, Once, Constitución y Villa Crespo. Tan solo en Floresta, Once y Microcentro, ya se instalaron cinco establecimientos con 585 stands. A ello hay que sumarle los manteros, -que se estimaban para septiembre- en 1.815 puestos a lo largo de la Ciudad.
Demás esta decir que en estos paseos de compras se comercializan productos con marcas falsificadas a la vista de todos; pero lo mas grave, es que esta suerte de comercio informal se reproduce y desarrolla a instancias del público consumidor que concurre a comprar sin ningún tipo de prejuicio o pudor, a sabiendas que la mercadería que adquiere es apócrifa y en infracción a las leyes 22.362 y 11.723.
Mientras no cambie esta actitud de parte del público consumidor, no advierto que se pueda avanzar seriamente en la lucha contra el fraude marcario. Estas "Saladitas" no existirían ni se multiplicarían si los ciudadanos cobraran conciencia del daño que provocan con su actitud de concurrir a comprar este tipo de productos en infracción.
Finalmente, considero queda a la vista la necesidad de modificar la ley de marcas en su aspecto penal, para responsabilizar de manera directa y en forma expresa la conducta del público consumidor. Solo me resta agregar una reflexión; muchas sentencias han librado de toda responsabilidad a imputados por entender que los productos comercializados no alcanzaban para producir confusión en el público consumidor. Según este criterio, el delito marcario nunca va a ser delito, toda vez que el público consumidor cuando concurre a estos paseos de compras lo hace a sabiendas que va adquirir productos en infracción; luego, no existe ni va a existir jamás la posibilidad de "confusión" de parte del público consumidor. Sin embargo, la violación al derecho de propiedad tanto de los autores como de los propietarios marcarios es palmaria y manifiesta. Ojalá los señores jueces lo entiendan de una vez.
RJ
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